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miércoles, 21 de marzo de 2012

Su cuerpo del delito

       
   
    
     Abundio Esparza Del Monte, comisario de la Policía Nacional, abnegado servidor de la ley, con una vida privada, privada de placeres y alegrías, asceta y vacía, acababa de entrar en su despacho. Depositó su adiposo cuerpo sobre la silla giratoria de su estancia y llamó al instante al agente Márquez, que casi antes de que su apellido hubiera sido pronunciado por el comisario, se personó junto a Abundio Esparza, con el expediente solicitado, el de una prostituta estrangulada por un cliente ávido de convertirse en asesino, del que desconocían todavía su identidad.
     - ¡Gracias Márquez!... Una pregunta,  ¿qué día es hoy? Últimamente estoy algo despistado.
     - Jueves, comisario -contestó el agente.
     - ¡Eso ya lo sé, no soy tan imbécil! Me refiero al día del mes.
     - Jueves, 23 de mayo -matizó el agente Márquez, que ya no se inmutaba ante las continuas impertinencias de su superior. A continuación abandonó el despacho y se dirigió hacia su mesa.

     Abundio Esparza se levantó, mientras se disponía a ojear el contenido de aquella carpeta, pero nada más observar su interior montó en cólera, al percatarse de que se trataba de otro expediente, el de un hombre calcinado, totalmente irreconocible, y que el propio comisario desconocía la existencia del crimen.
     - ¿Pero qué demonios es esto, Márquez? ¿Cómo puedes ser tan idiota? ¡Esto no es lo que te había pedido! Además, ¿cómo puede haber un expediente como este sin que yo sea informado?
     El comisario seguía soltando improperios, a la vez que caminaba hacia la mesa del agente Márquez, pero éste, en lugar de contestarle, continuaba absorto en aquello que estaba realizando en su ordenador, sin prestarle ninguna atención. Abundio Esparza, detuvo por un instante sus gritos y continuó comprobando las hojas y fotografías de aquella carpeta. "Veamos, un tipo de unos cuarenta años, de alrededor de metro setenta y cinco, vamos un tipo corriente que bien podría ser yo mismo... rociado con gasolina y quemado vivo, totalmente irreconocible... parece un pollo asado, el tío jodido", pensaba mientras observaba una fotografía de los restos del finado. "Fecha de la muerte, 30 de mayo... ¿Quién ha hecho esto, si hoy estamos a 23?", siguió meditando al comprobar el día del fallecimiento y las contradicciones que le producían.
    -¿Se puede saber que os pasa hoy a todos que nadie me hace caso? ¡Parece como si yo no estuviera aquí! No me vengáis con jueguecitos que lleváis todos las de perder.
     Pero al observar de nuevo la fotografía, un detalle  hizo estremecer por completo al comisario: aquel cuerpo de la imagen llevaba alojado 3 pulseras de oro en su muñeca derecha que habían resistido el calor del fuego y que le resultaban muy familiares. Abundio Esparza gritó con todas sus fuerzas, sin que ninguno de los funcionarios de aquella jefatura hiciera el mínimo caso. Cuando más enloquecido se hallaba, se percató de la presencia de un periódico depositado sobre la mesa de un inspector; su fecha era el 31 de mayo. Levantó su brazo derecho y observó tres pulseras de oro idénticas a las del cadáver... ¡Rompió a llorar y comprendió definitivamente lo que había pasado!