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jueves, 5 de junio de 2025

Fenecer


Menguando están las últimas luces,
las que la estampa alumbran,
las que el sentido guían,
hacia el ocaso transita la penumbra
buscando de lo eterno la frontera.
Agoniza la vida,
la vida de lo efímero en un cuerpo,
un cuerpo que perece,
que perece quizá junto a una alma,
una alma que tal vez no expira
y que perdura entre el perene sueño,
sin que la razón que ya se extingue
conozca con certeza otra existencia,
si de verdad hay edenes y avernos,
si ánimas hay que allí han de morar
al huir de la decrépita carne,
si por fin el supremo ser se mostrará
entre los cielos y su paz imperecedera
y los ángeles caídos y satanes
junto a las sempiternas llamas.
Días de dichas que terminan,
días de lamentos que no tornarán,
días insulsos que perecen,
días de ardor que se apagarán.
El tránsito del postrero suspiro
del que feneciendo acaba
hacia lo que acontece más allá,
jamás resolvió la perpetua duda
de los que su turno todavía esperan,
sin que responder puedan en vida,
si lo mismo sucede tras la muerte
a lo que antes de nacer ocurre,
si la tiniebla todo lo cubre
o algún destello eterno lo alumbra.
El reloj, al fin, marca su hora macabra,
su continuo mecanismo se detiene,
a su límite llega la existencia,
imposible ha sido siempre evitarlo,
la oscuridad envuelve al tiempo,
la muerte, una vez más, vence a la vida.




jueves, 13 de febrero de 2025

Tu iris azul


Ya no quedan balcones
ni aquellas golondrinas,
de tus ojos el iris,
que jamás fue pupila,
azul seguirá siendo
después de tantos lustros.

Ni sonrisas ni cielos,
ni miradas ni mundos,
ni el beso jamás dado,
ni lo que nunca supe
que a cambio te daría.

Las tierras y los cielos
de sonreír dejaron
después de tantos años,
mi ánima no alumbra
ningún rayo de sol,
el tiempo te apartó
y verte ya no pude.

Como fue Julia Espín
para Gustavo Adolfo,
tu eras mi poesía,
junto al volcán la rosa,
en plena adolescencia,
en tiempos de furores,
te hablaba con los ojos,
con ellos te besaba.

Ahora, entre recuerdos
de lo nunca fue,
de amores no cuajados,
de sueños no vividos,
camino hacia el otoño
con la sangre tranquila,
y al ver aquel pretérito,
después de tantos lustros…
ya no eres poesía.